Recetas para lograr la Independencia Financiera
Reflexiones sobre las maneras de alcanzar la IF: palancas, circunstancias personales, sesgo de supervivencia, IF parcial, felicidad.
La Independencia Financiera (IF) es un hito en el horizonte de una minoría de ahorradores. Se trata de un bien intangible que únicamente el dinero puede comprar. Lamentablemente, no está al alcance de todos. Su logro o no, depende de circunstancias personales, del planteamiento realista de objetivos financieros y del comportamiento a la hora de actuar.
Cuestión de peso
Eliminar calorías y evitar incorporarlas conforman las dos principales vías para adelgazar. Detrás de esos dos caminos se esconden múltiples variables: estilo de vida, rutinas de ejercicios, alimentos a evitar, disminución de la ingesta diaria, horarios de las comidas, ingredientes seleccionados para cocinar, etc.
Y dentro de cada cuerpo obeso se ocultan personalidades, deseos, gustos, actitudes, formaciones recibidas, tendencias genéticas y diferentes capacidades de autocontrol. Prácticamente todos saben cómo adelgazar. No hay secretos. Sin embargo, son pocos los que consiguen aplicar correctamente las acciones necesarias para alcanzar el peso deseado.
Diferentes puntos de partida, objetivos y maneras de encararlos impiden que exista una única receta válida para todos. Cada uno necesita encontrar su propio método para reducir calorías y cumplir sus objetivos personales, sin sufrir en el intento. Lo mismo ocurre con las finanzas personales.
Recetas
Cuando se habla de la IF, cada persona ofrece un punto de vista distinto sobre su factibilidad. Tampoco existe consenso sobre la manera más adecuada de apuntar hacia allí. Pero las opiniones se basan en experiencias, realidades y deseos personales.
Se debate demasiado sobre las posibilidades propias y ajenas de alcanzarla. Se critican tanto los métodos como las declaraciones escépticas sobre la utopía de llegar al preciado anhelo.
Algunos se jactan de haberla conseguido y exhiben su placer. Otros presumen de gastar todos sus ingresos (e incluso endeudarse) para vivir y disfrutar el presente mientras ridiculizan a quienes lo intentan con extrema avaricia.
Abundan los relatos de quienes acumularon cierta riqueza a lo largo de su vida. Sin embargo, cada historia se encuentra plagada de circunstancias personales. Por lo general, se basan en éxitos empresariales, empleos altamente remunerados, elevadas rentabilidades compuestas en las inversiones o gastos reducidos al extremo.
Además, demasiadas variables adquieren notoria importancia a la hora de hacer las cuentas: el punto de partida individual (patrimonial y formativo), las herencias y ayudas familiares (y la edad al recibirlas), los objetivos personales, la composición familiar, las oportunidades aprovechadas y las desperdiciadas, las desgracias acontecidas, las prioridades, los aciertos y errores, y, muy especialmente, el azar.
Aceptamos más responsabilidad en la victoria que en el fracaso. Nos preguntamos qué hicimos para merecer nuestros problemas pero no qué hicimos para merecer nuestros éxitos. Este sesgo se trasluce en cada relato y opinión personal sobre la IF.
Por estos motivos, cuando se intenta elaborar, compartir y recomendar una receta para la riqueza a partir de una combinación de circunstancias personales extraordinarias, nos encontramos en realidad ante una visión sesgada por la supervivencia de su protagonista que resulta única e irrepetible. No constituye un método y no sirve a terceros más que como pura inspiración.
Palancas
Las tres palancas que todos podemos accionar para provocar que las rentas nos den de comer se encuentran fundamentalmente en los ingresos, los gastos y las inversiones.
Cada individuo debe determinar en cual/es de estas tiene mayor o menor margen de acción y obrar en consecuencia de acuerdo a sus propias circunstancias y características.
Administrar eficientemente estas tres palancas acelera el paso hacia los objetivos financieros.
1. Ingresos
Algunas vías para maximizar los ingresos son:
Ampliar el nivel formativo para acceder a empleos mejor remunerados
Realizar actividades potencialmente más lucrativas
Trabajar más
Buscar el crecimiento profesional dentro de una organización
Emprender
Ofrecer servicios profesionales en países que ofrezcan mejores perspectivas salariales
Encarar una actividad escalable
Generar ingresos pasivos
2. Gastos
La reducción de gastos es la opción más fácil de manejar ya que cualquier persona puede controlar al menos parcialmente sus consumos y decidir el destino de su dinero. Cuando los ingresos resulten escasos, el margen de acción será limitado, pero siempre que se supere la línea de la pobreza existirán gastos prescindibles.
El nivel de vida se adapta a las expectativas individuales. Vivir miserablemente en una cueva resultará una opción aceptable para unos y una enorme mansión con cinco baños será el estándar mínimo para otros. Cualquier extremo o punto intermedio es válido si eso resulta suficiente para cada persona. La reducción de los deseos no es fácil de aplicar porque implica luchar contra el propio ego.
A la hora de proyectar los gastos debemos tener en cuenta que muy probablemente nuestras necesidades y deseos mutarán, ya sea por cuestiones familiares, de salud o de naturales ambiciones de progreso. Es frecuente subestimar nuestras propias demandas futuras.
3. Inversión
Una vez generado el ahorro, la inversión es el camino necesario para conservarlo y rentabilizarlo.
La búsqueda de rendimientos extraordinarios sostenidos resulta un camino riesgoso que se debe recorrer con paciencia y dedicación. También existen instrumentos más conservadores para quienes sufren de un estómago frágil y entran en pánico cuando la montaña rusa de los mercados inicia su etapa descendente.
Tiempo
La variable tiempo es probablemente la más determinante ya que en el largo plazo es cuando se produce la magia del interés compuesto. Por eso, para el común de los mortales empezar a ahorrar lo más pronto posible tiene más incidencia en el resultado final que cualquier accionar sobre las tres palancas mencionadas.
La capacidad de ahorro (ingresos menos gastos) y la tasa de rentabilidad neta (de gastos, inflación e impuestos) determinarán la cantidad de años que tardaremos en arribar a la ansiada IF:
De esta manera, por ejemplo, quién ahorre la mitad de sus ingresos y obtenga rendimientos netos del 3% anual en sus inversiones, tardará 25 años en vivir íntegramente de rentas. Lo mismo demorará quién ahorre el 20% pero logre rentabilidades en torno al 7%.
IF parcial
Técnicamente, la IF se produce cuando los ingresos pasivos (rentabilidades procedentes de los activos) superan a los gastos. A partir de allí, la teoría determina que podríamos vivir sin tener que trabajar a cambio de dinero.
Aunque nunca se alcance la IF, estos ingresos pasivos a largo plazo cumplirán funciones muy importantes en la vida de todo ahorrador, por ejemplo:
Complementar un ingreso jubilatorio estatal escaso para transitar dignamente la tercera edad;
Prescindir temporalmente de un empleo remunerado para tomar períodos sabáticos o vacaciones más largas;
Reducir la jornada laboral percibiendo menos ingresos a cambio de mayor tiempo libre para iniciar un pasatiempo, una actividad no remunerada o un emprendimiento;
Afrontar gastos derivados de eventos extraordinarios que se produzcan inesperadamente en algún momento de la vida, como la pérdida de un ingreso fijo, la necesidad de afrontar imprevistos o emergencias, o la ayuda a un ser querido que atraviesa dificultades.
Quien adelgaza 20 kilos en lugar de los 30 que necesita, mejora significativamente su salud, su estado físico y su nivel de satisfacción, aunque no cumpla su objetivo. De la misma manera, quién alcance parcialmente la IF obtendrá un mayor bienestar financiero, disfrutando de múltiples ventajas y desarrollando un respaldo para afrontar posibles sobresaltos.
Felicidad
La facilidad no está esperándonos al final de un camino. Da igual que el destino sea la IF o cualquier otro, generalmente resulta falsa la ilusión de bienestar que proyectamos en la mente.
Malas noticias: el ocio perpetuado en un escenario paradisíaco, el portazo de despedida en la cara del jefe insoportable o los bienes y experiencias de lujo se sienten mejor en la fantasía que en la realidad. Se trata generalmente de fugaces momentos que preceden a un enorme vacío.
Lo más triste sería transitar sufriendo el camino de la única vida que tenemos, privándonos de disfrutar los pequeños sabores del día a día, agotando energías en actividades monótonas y aburridas, compartiendo tiempo y espacio con seres desagradables, o sacrificando nuestros mejores años en la insaciable búsqueda de progreso, mientras nos privamos de estar con quienes realmente apreciamos y de hacer lo que realmente amamos. Y todo eso para aspirar a un ideal que soñamos como la panacea y que esperamos que sea la solución a todos nuestros problemas, solo para caer al final en la cuenta que el sacrificio resultó en vano y que el logro no ha valido la pena.
A su manera
Reducir deseos contribuye para alcanzar la IF. Mejorar los ingresos y lograr mayores rentabilidades también. Vivir como un monje budista seguramente ayuda más. Cualquier receta puede ser válida. Ninguna es universal. Todas son personales. No debería importar lo que hacen los demás ni cómo lo hacen. Las historias no son extrapolables. Lo único que debería interesar a cada individuo es cómo transitar felizmente su propio camino, a su manera, sea cual sea el destino.
El dinero no puede comprar la felicidad. Lo que sí puede comprar es nuestro propio tiempo y eso se denomina independencia financiera.