La inversión en dividendos
Asignación de capital. Perfil de un inversor en dividendos. Checklist para seleccionar acciones. Diversificación de cartera. Cuando vender.
La inversión en empresas que reparten dividendos cuenta con tantos adeptos como detractores. Como toda estrategia, tiene sus ventajas y desventajas. Veamos a quienes podría interesarle y qué debemos tener en cuenta si elegimos este camino.
Asignando el capital
La asignación de capital es el destino que la dirección de la empresa da a los beneficios obtenidos en cada ejercicio. Las principales alternativas son:
Adquirir otras compañías;
Invertir en crecimiento orgánico: expansión geográfica, desarrollo de nuevos productos y servicios, etc.;
Pagar deuda;
Repartir dividendos a los accionistas.
Aquellas compañías que cuentan con un balance saneado (baja deuda) y tienen pocas posibilidades de crecer orgánicamente o a través de adquisiciones, suelen destinar la mayor parte de su beneficio a remunerar al accionista mediante dividendos.
Por lo general, se trata de empresas que lograron transitar con éxito todas las etapas del ciclo de vida de un negocio, manteniéndose estables en su período de madurez.
Perfil de un inversor en dividendos
La inversión en dividendos resulta de interés para perfiles conservadores que no aspiran a grandes rentabilidades y desean una baja exposición a riesgos. Es ideal para quienes no pretenden vender y persiguen un ingreso recurrente y creciente.
Habitualmente la eligen quienes proyectan un corto horizonte temporal en su vida activa, como aquellas personas que se acercan a la edad jubilatoria o a la independencia financiera.
Checklist
Al estudiar una empresa, todo inversor en dividendos debe verificar ocho características imprescindibles:
1. Rentabilidad por dividendo (Dividend Yield):
Es un indicador que muestra la relación porcentual entre el último dividendo por acción repartido y el precio actual de dicho título.
Una rentabilidad elevada puede indicar un precio bajo de la acción (justificado o no) o un dividendo generoso que representa una gran porción del beneficio.
Lo ideal es encontrar y aprovechar situaciones de precio bajo injustificado por las emociones del mercado.
2. Dividendo sobre beneficio (Pay out):
Este indicador complementa al anterior y nos indica qué proporción del beneficio de la empresa podemos esperar que sea destinado a repartir en forma de dividendos, a partir de datos históricos.
El pay out nos permite comprender las decisiones de asignación de capital de la dirección.
Cuando una empresa reparte gran parte del beneficio a sus accionistas, nos enfrentamos a una política arriesgada, que deja escaso margen para realizar mínimas inversiones o enfrentar contingencias futuras sin incurrir en deudas o reducir la distribución de dividendos.
3. Histórico de dividendos:
Peter Lynch, en Un paso por delante de Wall Street, aconsejaba huir de las empresas que pagan dividendos a quienes persiguen elevadas rentabilidades. Sin embargo, a los inversores que eligen este tipo de compañías les sugería chequear el historial. La idea es asegurarse de que siempre lo pagan y de forma incremental, incluso en los períodos de recesiones económicas. A estas compañías se las ha bautizado en el mercado como “aristócratas del dividendo”.
Es fundamental que la directiva cuente con un historial alineado con las expectativas del inversor.
4. Balance:
Mínimamente, se debe chequear que exista una baja deuda en relación con el EBITDA. También es recomendable comparar la deuda con el activo, descontando el humo que representa el fondo de comercio. Además, es importante mirar la evolución de la deuda y de estos indicadores para asegurarnos de que sea decreciente.
Por lo general, si una empresa paga dividendos, no tiene sentido que se endeude (o que evite desendeudarse). Esto equivaldría a que un emprendedor pida un crédito al banco en nombre de su empresa para luego retirarlo como beneficio, pagando impuestos e intereses.
Eventualmente, ante situaciones puntuales, esta maniobra puede estar justificada, pero cuando se convierte en práctica recurrente, nos enfrentamos a una alerta roja.
5. Asignación de capital:
Cuidado con las empresas cuya vocación sea mixta a la hora de asignar capital. Es decir, quienes distribuyen los beneficios entre dividendos y adquisiciones de compañías.
En estos casos, debemos analizar con atención la capacidad de éxito de la dirección en las compras realizadas: si pagan de más, si tiene sentido para el negocio, si asumen demasiados riesgos, si incurren en elevadas deudas para afrontar la operación.
Ante la duda, la opción más conservadora es alejarse de este tipo de compañías.
6. Ánimo de diversificación:
Según Peter Lynch, las empresas empeoran cuando se diversifican (“empeorifican”, según la traducción de su libro).
La dirección, en su afán por crecer y mejorar la rentabilidad (y sus propios incentivos), se introduce en nuevas industrias en las que no logra replicar el éxito pasado, generando pérdidas irrecuperables y deteriorando el negocio.
Si bien existen casos de éxito, como Amazon con AWS, se tratan de aventuras arriesgadas, por lo general incompatibles con el perfil conservador de la inversión en dividendos.
7. Estabilidad a largo plazo del negocio:
La inversión en dividendos, como cualquier otro estilo, nos obliga a conocer a fondo a las empresas que vamos a incorporar a nuestra cartera.
En particular, buscaremos un nivel de solidez tal que nos prometa la supervivencia de la empresa y de sus beneficios, y que estos sigan creciendo a lo largo de los años. De esta manera, los dividendos también deberían sostenerse e incrementarse.
Para ello, es ideal apuntar a compañías con ventajas competitivas sostenidas, con ingresos recurrentes que aumenten más de lo que crece la economía y con un historial que demuestre que saben sortear con éxito los ciclos del mercado y del negocio.
8. Fiscalidad y doble retención:
Los dividendos suelen sufrir retenciones en el país de origen de la empresa, independientemente de la ubicación del mercado en la que se opere y de la nacionalidad del broker elegido.
Por otra parte, el fisco del país donde seamos residentes fiscales nos exigirá en nuestra declaración de la renta el pago del impuesto correspondiente por lo dividendos percibidos.
En aquellos casos donde existe un convenio de doble imposición entre el país de origen de la empresa que paga el dividendo y nuestro fisco, podremos solicitar el descuento o la devolución total o parcial del impuesto abonado en primera instancia. El procedimiento y los porcentajes retenidos varían país a país.
Las tasas impositivas y las dobles retenciones son factores determinantes que espantan a los inversores de algunas geografías.
Antes de buscar y analizar empresas, es fundamental considerar este factor para filtrar a aquellos países poco amigables para el inversor en dividendos.
Una cartera diversificada
A la hora de diversificar o concentrar la propia cartera, el perfil conservador del inversor en dividendos lo invita a minimizar el riesgo. Por eso, es aconsejable contar con un mínimo de 25 empresas de un amplio abanico de geografías e industrias. El número máximo dependerá del tiempo que se disponga para controlar la evolución de los negocios.
¿Vender?
En una entrada anterior, hemos visto los motivos para vender una acción: admitir un error, cambios en la tesis de inversión, encontrar una idea mejor.
En cuanto a los cambios en la tesis de inversión, el inversor en dividendos debería poner especial foco en la directiva. La confianza puede mermar, o incluso romperse, ante un incumplimiento de la política de distribución de beneficios, una defectuosa asignación de capital, el incurrimiento en deudas peligrosas o una diversificación del negocio orientada hacia un lugar equivocado.
Los inversores en dividendos, además de las razones mencionadas, deberían atender especialmente los cambios en la fiscalidad que puedan empujarlos a vender una acción o a cerrarse a ciertos mercados. Aunque se trata de novedades que ocurren con escasa frecuencia, pueden resultar determinantes en la rentabilidad futura.
Fuentes:
Un paso por delante de Wall Street, Peter Lynch, 1989